jueves, 30 de diciembre de 2010

Receta de Trucha en papillote con salsa trufada sobre cachelos y chips de boniato

Receta de Trucha en papillote con salsa trufada sobre cachelos y chips de boniato


Búsqueda de sabores y aromas sutiles para el reino absoluto de la Trufa
Mismos ingredientes, nueva presentación



Tratándose de una elaboración con trufa vimos inicialmente un problema ante el que había que tomar una decisión. Utilizar el preciado fruto en una bonita y fantasiosa elaboración, donde se combinen sabores complejos, con nombre original y gracioso, pero donde los aromas y sutilezas de la melanosporum se apagasen entre tanta luz; o bien crear un plato con elementos muy discretos y sutiles donde reine la esecia de la trufa negra. Optamos por esta segunda idea. El espíritu austero y puro será el que guíe esta elaboración.


Cachelos dispuestos a la batalla

Brillos gelatinosos, los sentidos se agudizan

Oro negro en blanco mar cremoso

Ingredientes (4 personas):

4 Truchas limpias
Un kilo de cachelos gallegos (o patatas pequeñas)
Un boniato
Una cebolla pequeña
250 cl de nata espesa para cocinar
25 gr de mantequilla
Una yema de huevo
Una cucharadilla de harina de maíz
Una trufa fresca (Tuber melanosporum)


Chips de Boniato, ganamos texturas sin ceder el protagonismo de la melanosporum 

¿Qué mejor cama que una de cachelos?

Elaboración:

Advertimos, antes de la explicación del proceso, que lo que se ha intentado conseguir con esta receta es la combinación de ingredientes a la vez originales y de sabores neutros, para que los aromas de la trufa sean los verdaderos protagonistas del plato. Por ello, a excepción del insustituible aceite de oliva, todos los elementos seleccionados lo han sido por su sutileza en nariz y paladar y su falta de agresividad, y han sido cocinados buscando el resultado menos intenso posible. Se han evitado condimentos superfluos y otras distracciones en búsqueda de sabores puros, con el objetivo de ser realzados por el efecto de la trufa.

En primer lugar limpiaremos las truchas bajo el grifo con abundante agua fría, las secaremos y las envolveremos en un paquete de papel de aluminio bien sellado con un chorrito de aceite de oliva virgen extra. Las reservaremos.

Sobre una bandeja de horno dispondremos los cachelos cortados en rodajas de medio centímetro, las engrasamos con un poco de aceite de oliva y las metemos al horno precalentado a 180 grados. El tiempo de asado varía entre treinta y cuarenta minutos, por ello, cuando calculemos que faltan aproximadamente 10 minutos introduciremos con ellas los papillotes con las truchas, para que terminen de cocinarse al mismo tiempo.

Durante el tiempo de asado podemos preparar la salsa del siguiente modo. En un cazo y con una cucharada de aceite, pocharemos la cebolla picada muy fina hasta que se quede blanda y transparente, no debe oscurecerse. Es el momento de añadir la nata. Con el fuego bajo esperaremos a que comience a hervir y retiraremos del fuego. Es entonces cuando le agregaremos la mantequilla, la yema de huevo y tanta harina muy diluida en agua fría como pida la salsa para alcanzar la espesura deseada. Hay que tener en cuenta que al enfriarse perderá ligereza, por ello se debe dejar algo más clara de lo deseado. Cuando alcancemos el punto deseado rallaremos media trufa sobre la salsa y la devolveremos al fuego sin dejar de remover hasta que alcance de nuevo el hervor. Entonces la retiraremos y la dejaremos atemperar.

En un cazo bien lleno de aceite de oliva virgen extra muy caliente freiremos láminas de boniato cortadas tipo chips con la mandolina. Ya tenemos todos los elementos para iniciar el montaje del plato.


Presentación clásica...

...o más innovadora

Montaje:

En la preparación de este plato decidimos hacer una doble presentación para seleccionar la más conveniente al espíritu de la receta. Ofrecemos a continuación las dos versiones, que contienen los mismos ingredientes y en las mismas cantidades.

La primera consiste en presentar un lomo entero de la trucha, limpio de espinas rodeado de los cachelos y las chips y regado con la salsa blanca de trufa. Sobre el conjunto ya presentado y delante del comensal rallaremos el resto de la trufa. Es una presentación funcional que posibilita que el comensal sea quien decida el orden de ingesta y la combinación de ingredientes en cada bocado.

Estéticamente más bonita y más acorde con tiempos modernos, presentamos la trucha desespinada y desmenuzada en un timbal, alternando capas de cachelos asados con otras de trucha. Para jugar con las texturas dispondremos a un lado del milhojas las chips de boniato crujientes y en el otro la cremosa salsa de trufa. Del mismo modo que en la anterior presentación se rallará la trufa fresca directamente sobre el timbal en presencia del comensal.

Se echará de menos en ambas preparaciones la presencia de la sal. Pero hemos preferido un aliño final a gusto y de la mano del propio comensal, para que éste no se superponga ni modifique el aroma característico de la trufa.


La trucha, Courbet. 1872
Museo de Orsay, París

Justificación de la receta:

Una vez explicada suficientemente la parte técnica de la elección, basada en la sutilidad y neutralidad de sabores, es de justicia confesar que hay un motivo más para la elección de la trucha como invitada especial. Esta vez tiene que ver con un pintor, en concreto con un cuadro de un pintor un tanto especial. La trucha de Courbet es un cuadro especial de lectura compleja y muy simbólica. Ubicada en el Museo de Orsay de París, la obra pasa demasiado desapercibida para el público. Lejos de sus grandes y afamadas obras catalogadas como la cumbre del realismo del XIX, este pequeño cuadro llama la atención por el contexto en el que se generó. La pregunta que viene a la mente al ver la fecha de factura es evidente ¿Qué hace un pintor comprometido con su mundo pintando un pez recién pescado nada más salir del fracaso de la Comuna de París. Para ello vamos a acercarnos un poco a esa época.
La Comuna parisina de 1871 es considerada desde su propia creación como una de las primeras experiencias democráticas de la historia. Por vez primera un pueblo exhausto por la guerra francoprusiana y castigado por la derrota sale a las calles y conquista el poder. Nuestro pintor es nombrado administrador de los museos de París. Tras caer dicho gobierno se le responsabilizó de la destrucción de la columna Vendôme dedicada a Napoleón Bonaparte. Un consejo de guerra lo condenó a seis meses de prisión y a pagar 300.000 francos. Al salir de la cárcel escapó a Suiza (1873) para evitar que el Estado le obligara a pagar la multa; era tan alta que debía ser liquidada a lo largo de 30 años. Pero será antes de su fuga cuando el artista se dedique a pintar estos extraños temas. Durante un tiempo Courbet se establece en su Franco-Condado natal, y es en este periodo cuando realiza varios bodegones de peces, inspirados por las gigantescas truchas extraídas por los pescadores de la Loue, el río que baña Ornans. El cuadro del museo de Orsay es además una variación, de igual/es tamaño/dimensiones, de otra Trucha conservada en la Kunsthaus de Zúrich. Courbet se sitúa en la tradición de los bodegones de pesca, pintados por los maestros holandeses del siglo XVII. Sin embargo, su Trucha supera las intenciones de aquellos por su carácter dramático. Sin duda, podemos ver en la imagen de este pez atrapado, vencido, pero todavía vivo, una representación del propio pintor, que sigue siendo la presa de sus justicieros. En cuanto al nivel técnico, a pesar de la indudable influencia holandesa del cuadro, la fuerte individualidad de Courbet estalla en la arrebatada pincelada, la pasta rugosa, la violencia de los contrastes. En este lirismo, se lee la desesperación del hombre.

Así pues todo tiene sentido. Fracaso político del pueblo en el poder, castigo de la nueva administración por las decisiones tomadas en 1871, frustración vital que el artista muestra de manera simbólica en el brillante cuerpo de una trucha. Lo curioso del caso es que no representa la típica naturaleza muerta o bodegón, sino que de su pincel surge todavía la vida. Dicen que el momento más oscuro y frío de la noche es aquel que se encuentra justo antes del amanecer. Eso es lo que representa para estos idasdecabeza el cuadro en cuestión. No es una representación del fracaso y la frustación, sino de la esperanza. En los tiempos oscuros de venganza y represión, el artista tiene cuajo suficiente para otorgar vida a las víctimas. Otras revoluciones vendrán más tarde, nuevas experiencias llenas de vitalidad arrebatarán el poder a los privilegiados. No todo está perdido, queda vida en los ojos de la trucha, queda esperanza para el mañana.

Lo trágico para nuestro pintor es que la paciencia se le acabará años después. La ansiedad de la espera en el exilio le llevará a caer en brazos del alcohol que le provocará la muerte por cirrosis hepática. Muerte que no quiso adjudicar a su trucha, todavía viva en una ubicación secundaria de un museo parisino. Si el viajero tiene tiempo le recomendamos una visita a esta obra. Párese frente a ella, lleve a su mente el espíritu rebelde que la inspiró y piense por un momento que aun hay esperanza para cambiar todo este tinglado.
DECLARACION DE LA COMUNA AL PUEBLO FRANCÉS
[1 de Abril de 1871]

“¿Qué pide París? […] El reconocimiento y la consolidación de la República, única forma de gobierno compatible con los derechos del pueblo y el desarrollo regular y libre de la sociedad. La autonomía absoluta de la Comuna extendida a todas las localidades de Francia, y asegurando a cada una la integridad de sus derechos, y a todo francés el pleno ejercicio de sus facultades y aptitudes, como hombre, ciudadano y trabajador…”


A la salud de todos nuestros lectores, y como canto a la vida en estas fechas llenas de intenciones renovadas, un recuerdo para el bueno de Courbet.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Receta de Paté de ternasco de Aragón casero (Menuceles y Los Planetas)

Receta de Paté de Ternasco  de Aragón casero (Menuceles y Los Planetas)

Madejas: manjares desprestigiados
Receta de Paté

Panceta fresca

Hígados y corazones límpios de ternasco

Cebolla y manzana
Toque dulce

Ingredientes (1´5 Kilos de Paté):

½ Kilo de hígados y corazones de Ternasco de Aragón
400 gr de panceta fresca
1 Cebolla grande
1 Manzana Reineta
125 gr de mantequilla
500 ml de moscatel
50 ml de ron
3 Hojas de gelatina
Aceite de oliva virgen extra
Sal


Cebolla pochando

Más panceta

Más hígados y corazones

Más manzana


La base del paté está elaborada

Elaboración:

Como podremos observar se trata de una receta al alcance de todos los bolsillos y niveles de habilidad culinaria. Sencillez de cocina elemental. En primer lugar pondremos a pochar en una sartén la cebolla picada fina en tres cucharadas de aceite. Cuando comience a estar transparente le añadiremos la panceta troceada, que irá expulsando su grasa y dorándose en ella. Cuando está a punto añadimos los hígados de ternasco troceados y los corazones a los que les habremos quitado la grasa que les suele rodear. De nuevo, cuando prácticamente estén cocinados, llega el momento de añadir la manzana troceada. Y por último, cuando ésta se haya puesto blandita añadiremos la mitad de moscatel y la copita de ron. Dejaremos cocer y reducir todos los líquidos hasta que se queden en una salsita espesa y corta. Entonces retiraremos del fuego y volcaremos todo el conjunto en una fuente profunda o en un vaso batidor grande y comenzaremos a batir mientras vamos añadiendo poco a poco la mantequilla para que se vaya integrando.
Batiremos hasta lograr la textura deseada. Hay a quien le gusta el paté más fibroso, incluso que aparezca algún trocito de carne y hay quien lo prefiere más cremoso y fino. Para éstos últimos se recomienda pasar por un chino o un colador fino antes de introducir la pasta en un molde. Los ideales son los tradicionales de hornear pan de 900 gramos, pero sirve cualquiera. Volcaremos el contenido batido en el molde y pasaremos a la siguiente fase, la elaboración de la gelatina que recubra el paté para protegerlo de posibles oxidaciones y otorgarle un dulzor exquisito.
En una cacerola verteremos el resto del moscatel y lo llevaremos al punto de cocción. Retiraremos del fuego y añadiremos las hojas de gelatina. Removeremos hasta que éstas se integren al completo y con la superficie del paté bien alisada dispondremos el contenido de la cacerola sobre ella. Dejaremos enfriar el conjunto y lo introduciremos en el frigorífico. Lo ideal será que se refrigere al menos ocho horas antes de consumir.
Para servir lo idóneo será cortar láminas del grosor que se vaya a consumir en cada ocasión. Untadas con generosidad sobre un buen pan resulta un bocado suculento, digno de un obispo, dentista o embajador.


Trabajo de batidora
La mantequilla poco a poco integrándose

Textura al gusto
Aquí muy fina

Enmoldamos

Añadimos la gelatina
y a esperar que endurezca

Apuntes sobre las menuceles:

Lo bueno que tiene ser un hijo descarriado o pertenecer a la raza de las ovejas negras de la familia es que nunca se espera nada importante de ti. Por lo tanto, cualquier buen resultado es una sorpresa. Vaya opresión debe de sentir aquél que se ve en la obligación de cumplir las expectativas depositadas en él. Cuantas ocasiones para saborear el fracaso.
Esta reflexión me hacía justo antes de comenzar esta receta porque los ingredientes de la misma pertenecen a mi mismo género. Nadie nos exige demasiado por ser de bajo coste pero, por lo mismo, cuando triunfamos en algo, el éxito se disfruta de manera más intensa. No se trata de cumplir objetivos determinados con antelación. Simplemente los higadillos, corazones, callos, intestinos, manitas, criadillas y gente como yo no nos planteamos esas metas que dirigen la vida de quienes nos rodean. ¿Qué ventajas puede ofrecer esa opción de vida? Un disfrute de otra naturaleza. Frente al previsible y puntual gozo que otorga el triunfo del organizado, nosotros disfrutamos de uno mucho más continuo (podemos detenernos a contemplar el camino sin importarnos que nos adelanten) y en muchas ocasiones más intenso (por inesperado y repentino)


El solomillo nace dirigido al triunfo
Solomillo con foie fresco bajo confitura de frutos rojo con patatas gajo
Éxito previsible
Menuceles viviendo su fracaso: harinas cárnicas

O disfrutando del imprevisible éxito: riñones al Jerez

Un solomillo no puede fallar. Debe ser un éxito en todas las ocasiones. Que responsabilidad la suya, Vaya falta de libertad. No puede permitirse el lujo de hacer experimentos. Es lo que por nacimiento, y todos sabemos cómo acabará. Uno mismo, cual higadillo sangrante nace con la gran incógnita de su destino marcada en la piel. Ora podemos terminar siendo devorados por las bestias en forma de harinas cárnicas deshidratadas, ora podemos pasar a formar parte de los ingredientes de una sabrosa receta como la que hoy nos trae aquí. Gloria o fracaso.
¿Cómo se soporta una vida desde el punto de vista de la incertidumbre? Desde el descubrimiento por parte de los físicos de un mundo en estado de indeterminación, lo llevamos con mayor dignidad. Por lo demás la vida discurre tranquila. Puedes parar cuando quieras porque nadie te va exigir que sigas ruta. Y es en esas paradas donde verdaderamente disfrutamos de nuestros días. Y cuando menos lo esperas, llega de repente una sorpresa que te ilumina el alma. Llega el momento paté.
Para ilustrar mejor el transcurso de nuestras vidas-menuceles Los Planetas nos componen un himno de clase. Una oda a la casquería. Siglos de opresión nos preceden. Millones de reproches nos calumnian. Pero resistiremos.

¡Menuceles, desperdicios y pellejos del mundo, uníos!
Ya haremos la revolución más adelante, por ahora nos conformamos con bailar.


Los Planetas y su himno
Un buen día



http://www.youtube.com/watch?v=cIp4cxoYzuA&feature=fvsr


Salut para todos

lunes, 20 de diciembre de 2010

Receta de Huevos Rotos con Trufa (Consumo de cercanía)

Receta de Huevos rotos con trufa: La Revolución que viene

Humildes de la tierra


Receta de Huevos rotos trufados


Patata de Cella

Huevos de Peñaflor

Trufa de Sarrión


Ingredientes (4 personas):

1 Kilo de patatas de Cella
8 Huevos ecológicos de Peñaflor
20 gramos de trufa negra fresca de Trufapasión
Aceite de oliva virgen extra D.O. Bajo Aragón
Escamas de sal

Divertidos cortes en Cella

Da gusto ¿o no?

Encinas truferas dinamizan las economías
rurales casi hundidas hoy endía


Elaboración:

Una de las claves para el éxito de esta receta tiene que ver con la calidad y el corte de las patatas. La calidad la garantiza el origen elegido para nuestro ingrediente. Las patatas de Cella se consideran con justicia junto con las originarias del Valle de Tena las mejores de nuestra Comunidad, en especial para la fritura. Para comentar el corte propuesto debemos ofrecer una rápida visión de los existentes para comprender su elección. En primer lugar podemos hablar de patatas paja, que serían las más finas de todas, se fríen de una vez y se conservan crujientes durante horas. A continuación encontramos las llamadas cerillas y bastón. Dos cortes que también se fríen de una sola vez. Son algo más gruesas que las paja, pero el aceite caliente sigue alcanzando en interior de la patata, con lo que el crujiente está garantizado durante un tiempo considerable, sin riesgo de reblandecerse. El problema para nuestra intención es que la patata presenta poca capacidad de absorción de sabores. El siguiente corte es el denominado español, que es la medida usual de la patata frita ortodoxa. Combina el crujiente con capacidad de absorción de sabores. Se pueden freir en una fase con aceite caliente o con doble fritura: una previa con aceite templado, que la reblandecerá y extraerá sus azúcares semicaramelizándola y una fritura a la hora de servir con aceite muy caliente que las ponga bien crujientes por fuera. A un lado dejamos cortes distintos como las chips o inglesas (redondas y finas, muy crujientes, pero sin apenas juego para introducir sabores), rejilla (parecidas a las anteriores, pero cortadas con una cuchilla especial que les da su característica forma), o las soufflé (se consigue que la patata se hinche jugando con la temperatura del aceite y la humedad de la patata, complicado y no siempre exitoso). El corte que elegimos para los huevos rotos es el denominado de puente nuevo. Se trata de una patata con el corte más grueso que la española, fritas siempre por necesidad en dos tiempos. Cocción en abundante aceite no muy caliente y sartén tapada para reblandecerlas y un segundo tratamiento en aceite muy caliente que las dore por fuera justo antes de servir.


Empresas locales sostenibles

Denominaciones, garantía de calidad

Nuestro petróleo es verdoso y no lo sabemos

Escamas de secano

Una vez fritas las patatas se disponen en la fuente de presentación y en aceite muy caliente haremos lo propio con los huevos. Allá cada cual con el arte para sacarle puntillas al huevo. Mi truco pasa por elegir siempre huevos muy frescos y abundante  aceite (siempre de oliva virgen extra de la mejor calidad. Por mucho que se hable de experimentos extraños, éste no falla nunca) muy, muy caliente. La pena es que al querer trufarlos no podemos añadir al aceite unos ajos que aromaticen los huevos, pues la superposición de sabores anularía el efecto deseado.
Las opciones para el paso final del montaje son ahora dos. Una primera sería romper los huevos y revolverlos con las patatas antes de rallar la trufa, y la otra hacerlo al revés, añadir la trufa y después romper. La variación no es que sea de vital importancia pero, por un motivo visual, optamos por rallar el fruto tras romper los huevos, para que el comensal aprecie las virutas y pueda valorar su generosidad o escasez. Honestidad ante todo. Las escamas de sal coronarán el conjunto con su brillo cristalino.
En la receta las raciones se han tratado con mucha generosidad, pero es como creemos que se debe de hacer. Una enorme bandeja comunitaria que invite al deleite conjunto y a tomarse con tiempo el festín. De todos modos se ha tratado de abaratar el plato con una ración de trufa no muy abundante pero ajustada. Cinco gramos por persona sería la cantidad justa para las cantidades propuestas. Eso no es excusa para que quien quiera y su bolsillo le dé de sí pueda añadirle toda la cantidad extra que desee, teniendo en cuenta una única advertencia: para obtener el efecto deseado, las cantidades deben aumentar si se trata de una trufa en conserva, pues la fresca posee una mayor explosión en cuanto a sabor y aroma. De todos modos, si nos alejamos de productos chinos de imitación y nos acercamos a los propuestos originales de la zona el éxito está garantizado.   

Distintos cortes de patata: Paja
Cerilla
Española
Puente nuevo: la elegida
Panadera
Cascadas...



Sobre el concepto de Revolución:

El término Revolución, debido a su uso popularizado, ha dibujado una definición difusa e imprecisa. A nivel de calle es un término muy utilizado y por ello se ha convertido en un saco en el cual vamos introduciendo aspectos muy diversos. Hoy hablamos de revolución en la moda, la cocina e incluso de revolución de los precios. Cualquier cambio por minúsculo que parezca merece hoy ser tratado con ese calificativo. Por ello, vamos a acercarnos al verdadero sentido que la sociología nos propone para hablar de él con propiedad. Para que una transformación sea catalogada como revolucionaria debe, según la definición clásica, cumplir al menos tres condiciones necesariamente. La primera tiene que ver con la profundidad de las transformaciones. Los cambios serán a nivel estructural, profundos. La sociedad resultante tras el proceso habrá construido nuevos pilares sobre los que asentarse a costa, claro está, de los antiguos. En segundo lugar buscaremos otro requisito que está relacionado con la forma de llevarla a cabo. Al tratarse de mutaciones tan radicales en los pilares de una sociedad, el verdadero proceso revolucionario debe ser violento. La presencia de esta característica garantiza la verdadera destrucción del viejo orden. Tabula rasa para elevar el nuevo edificio social. Y por último la Revolución se desarrollará siempre en un periodo de corta duración. Proceso breve, que la diferencia de otro que puede tener los mismos resultados, pero de manera menos traumática, y del que sólo difiere en una letra, la evolución. En conclusión: una Revolución es un proceso de transformación estructural, que se da con presencia de la violencia en un periodo corto de tiempo. Todo aquello que no cumpla los tres requisitos será otro proceso: rebelión, algarada, protesta, desorden, evolución, sublevación, movilización, concienciación, etc…


Molotov redentor

Partiendo de esta definición podemos establecer dos cuestiones que, al menos, deben darnos que pensar.
1-                 ¿Han logrado las Revoluciones de los dos últimos siglos sus objetivos?
2-                 ¿Debemos renunciar a buscar una nueva sociedad más justa para todos?

El simple enunciado de la segunda responde a la primera. Desde la aparición del capitalismo en el seno de la sociedad liberal, varios intentos revolucionarios han intentado derribarla desde sus cimientos. No entraremos en discusión sobre los logros conseguidos por éstos, pero a la vista de los resultados, actualmente el orden capitalista impera sobre el mundo sin rival aparente, podemos afirmar que ninguna Revolución cumplió su objetivo final, su tabula rasa sobre la que dibujar un nuevo mundo.
La lógica del capital actúa de manera sutil y ultraeficiente en su labor de autodefensa. Disfrazada de valores democráticos y liberales de los que se ha adueñado hasta lograr que, erróneamente, se le identifique con ellos, la bruja capitalista se presenta como bondadosa viejecita cargada de promesas y buenos valores.
En este punto, la hegemonía del sistema capitalista en el mundo, tampoco profundizaremos en el debate, pues son kilométricos los debates interminables sobre la idea de si estamos ante el fin de la Historia. Desde que F. Fukuyama proclamara el triunfo definitivo del capitalismo y la imposibilidad de que este fuese de nuevo discutido; y desde que la idea de que vivimos en el mejor mundo posible, y de que, con sus fallos y limitaciones, no merece la pena buscar otra alternativa al mismo porque será peor, la inercia del capital nos arrastra en el tiempo hacia un horizonte de paraíso terrenal que nunca se alcanza.
En lenguaje marxista a este fenómeno se le conoce con el nombre de fantasmagoría, muy ligado al concepto de alienación. El ser humano vive engañado. Ahora intentaremos responder a la segunda de las cuestiones. Recogemos la pregunta que lanzó Lenin en 1905 en búsqueda de la manera de llevar a cabo una Revolución ¿Qué hacer?, se cuestionó el futuro dirigente de la URSS. ¿Qué podemos hacer hoy para lograr un mundo más habitable por todos y que además nos dure?
En primer lugar debemos superar la definición clásica de Revolución. Las tres variables manejadas: profundidad, violencia y rapidez no nos deben quitar el sueño. La gran transformación que se avecina se dará sobre la sociedad capitalista por ser la imperante, pero podría darse sobre cualquier otra. De hecho el espíritu del proceso ya ha estado presente en otros momentos de la historia, pero siempre salió derrotado. Se trata de la humanización. Fundar una sociedad bajo el gobierno del Hombre con mayúscula y, sobre todo, a su servicio.  Parece una obviedad porque el sistema actual tiene al Hombre alienado. Le hace creer que existe para él, pero la realidad es muy distinta. La lógica del capital no está diseñada con ese objetivo, sino con los de autodefensa y obtención del máximo beneficio.
Hablábamos de que tratar de humanizar el mundo no era algo novedoso y, a modo de ejemplo, podemos citar alguno de estos momentos. Uno de los casos más claros sería el mensaje que un rebelde nazareno lanzó para hacer tambalear los cimientos del sistema . Revalorizó al ser humano. Al hombre como género. Sin distinción de sexos, origen, profesión. Incluso dio prioridad a los más perjudicados del momento, a los marginales. Hizo ver que las cosas de la vida importantes no eran las que por entonces perseguía la humanidad: riquezas, poder, fama, cargos, poder, etc… ¿Cómo respondió el poder de entonces? Con una inteligencia supina asimiló la organización dentro de su seno, bastardó su mensaje, atribuyó poder y riqueza a sus dirigentes y la controló según sus intereses.
Otro momento donde apareció el espíritu humanista está mucho más cerca de nosotros. Se trata de la oleada reformista que surgió en el seno de las sociedades del Este comunista a finales de los años sesenta. Comunismo humano, se le denominó. Un sistema capaz de satisfacer las necesidades de todos sin necesidad de  coartar la libertad de una mayoría. Muy radical y peligroso le debió parecer al sistema tal mensaje, porque la reacción fue rápida y contundente. No se molestaron, como los romanos, en asimilarlos dentro. Esta vez se cortó por lo sano. Frente a la Revolución propuesta, Reacción brutal. Todavía resuenan los metálicos estruendos de los tanques por las calles de Praga, aniquilando cualquier posibilidad de triunfo para el Hombre.
Analizando cualquier tabla de datos estadísticos del mundo relativos a nutrición, analfabetismo, enfermedades, etc... A nadie escapa la necesidad de un gran cambio a nivel global. Se nos puede acusar de falta de ambición, o de hacerle el juego al monstruo con la propuesta que vamos a hacer, pero nuestro ánimo es bien distinto. Partimos de la experiencia del pasado para intentar no caer en la trampa que cayeron otros. La idea, el plan sería matar al monstruo con sus propias armas y desde dentro, pues la realidad nos dice que a pecho descubierto y a campo abierto la victoria es imposible.



Artificial monocultivo aburrido y rentable

Policultivo tradicional y colorista

Propuesta de consumo de cercanía:

Una de las muchas armas de las que disponemos para matar al monstruo que dirige esta sociedad injusta es sin duda el consumo responsable. Y dentro de éste, el consumo de productos de cercanía al consumidor es una alternativa sencilla, de calidad y con beneficios importantes para todo el conjunto del planeta.
Cuando se propone el consumo de productos cercanos al consumidor la motivación puede provenir de dos distintas visiones. La primera es la cateta y anquilosada visión nacionalista. Ésta propone consumos zonales con un fin claramente proteccionista. El Estado garantizaría los mercados a los productores interiores a través del establecimiento de aranceles y cuotas de entrada a productos del exterior. Subvenciones a sistemas productivos anquilosados que perpetuarían privilegios seculares a las élites locales. Continuidad del sistema basada en principios antiguos, irracionales y que se han mostrado dañinos para el mundo como lo son conceptos como patria, nación, frontera. Términos excluyentes y artificiales de los que debemos huir, pues sólo son beneficiosos para unos pocos. Los que siempre se han llevado el gato al agua. La opción de cercanía que se propone aquí se fundamenta en otros principios ideológicos y tiene unos objetivos manifiestamente distintos.
En primer lugar debemos comentar los valores que sirven como punto de partida. Si hemos catalogado nuestra revolución como humanística, debemos eliminar de nuestras propuestas toda referencia a términos que no sólo no son inherentes al ser humano, sino que son incompatibles con él. Quizá de entre ellas una de las que más catástrofes ha causado en la historia sea el nacionalismo. Por ello, a quienes defendemos el consumo de proximidad desde el punto de vista de la justicia y el desarrollo sostenible, nos entristece el hecho de que se nos pueda tachar de nacionalistas o proteccionistas. Todo lo contrario. Creemos que la globalización, en su desarrollo actual potencia precisamente esas posiciones excluyentes. Nos acercamos cada día más a un mundo definido por un Norte consumidor, inversor y director de la economía que vive en su opulencia frente a un Sur productor, trabajador explotado en condiciones inaceptables, con sus estructuras tradicionales machacadas por el sistema productivo moderno y sobre todo ajena a todas las decisiones macroeconómicas que le afectan. Precios impuestos desde organismos dirigidos desde el mundo rico. Especializaciones regionales que dejan sus mercados desabastecidos e impiden no ya la subsistencia, sino la supervivencia. Preponderancia de la multinacional corporativa frente a la explotación familiar o comunitaria propia de esas zonas hasta la época colonial. Gobiernos impunemente vendidos al capital que les financió su llegada al poder y posibilitan su perpetuación. Superpoblación provocada por la desestabilización de sus sistemas sociales tradicionales por parte de las potencias dominantes.
¿En qué podría ayudar a mejorar el mundo el consumo responsable y de cercanía?
La respuesta a esta pregunta es compleja y virtual, pues no está basada en experiencias anteriores. Se trata casi de una cuestión de fe en el ser humano como tal. En primer lugar toda sociedad debería huir de la especialización regional, pues debe abastecer mercados cercanos. Con esta diversificación se provocaría una bajada de los niveles de productividad que facilitaría la ocupación de la mano de obra excedentaria que hoy vive al calor del subsidio en el Norte y de la emigración forzosa en el Sur. Junto a ello se dificultaría el control de la producción mundial a las grandes corporaciones, quedando éste en manos de unas mucho más pequeñas explotaciones que aumentarían la competencia y la adaptación de los precios al nivel real de los costes de producción.
La eliminación total de las fronteras, no sólo a nivel económico sino, en especial, político, ayudaría a crear un mundo casi autogestionado, donde sería la lógica humana la que definiría las unidades y redes comerciales, sin otros criterios que el beneficio comunitario común. Democracia directa que evitaría el distanciamiento entre la macro y la microeconomía. Utilitarismo puro a la hora de tomar las decisiones. Igualdad de oportunidades para todos los pueblos del mundo.
El otro gran capítulo de la propuesta tiene que ver con la mejora ecológica que garantizaría el sistema. Biodiversidad rica y adaptada a cada región del planeta. Especies propias que evolucionarán según valores naturales y fuera de fines mercantilistas que tratando de optimizar la producción merman la riqueza ecológica. Por otro lado el ahorro energético que provocaría la disminución del comercio innecesario a larga distancia ofrecería la solución a uno de los problemas más importantes e ignorados por el hombre: la conservación del medio ambiente. El tema da para mucho y se podría debatir eternamente sobre el tema, pero la intención de estas palabras era sencillamente la de plantear el tema de reflexión. Debemos hacernos conscientes de que cualquier gesto aparentemente inocente en nuestro día a día puede ayudar a perpetuar o transformar el mundo de manera más efectiva que un cocktail Molotov. Reciclar una botella, comprar un vino de la tierra, consumir productos fabricados de manera limpia con el medio ambiente y respetuosa con las condiciones laborales de los trabajadores, resistirse a consumir lo innecesario por mucha ofensiva publicitaria que nos hagan las empresas creadoras de nuevas necesidades. Cualquier gesto basta para considerarse revolucionario. La lista seguiría: boicot a las empresas poco transparentes, respeto a las recomendaciones de los científicos sobre temas medioambientales, etc… Interminable. Pero todas ellas regidas por el mismo principio, el sentido común.
Por nuestra parte es nuestra voluntad ir desgranando los aspectos parciales de esta propuesta de vida y consumo responsable e invitar a participar en ella a iniciativas que caminen en el mismo sentido.
Sin más permanecemos a la espera de sugerencias sostenibles que hagan el mundo algo más sostenible en todos los sentidos.

En el XVII sabían lo que se hacía
Vieja friendo huevos
DiegoVelázquez

La cantidad de trufa que la determine el bolsillo,
pero cuanta más, mejor.
No nos engañemos

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