miércoles, 6 de abril de 2011

Receta de Empanadillas de gin tónic Tachenko (Laika, Gagarin, Misha y Tachenko)

Receta de Empanadillas de gin tónic Tachenko (Laika, Gagarin, Misha y Tachenko)

Tachenko crea un sonido sorprendente

Receta de Empanadillas de gin tónic

Crujientes por fuera, ardientes por dentro


Ingredientes:

Para la masa:

400 gr de Harina Santa Rita especial para pizzas
Una cucharadita de sal
Media cucharada de levadura
Agua tibia

Para el relleno:

Dos cebollas
½ Kilo de lomo de cerdo picado muy fino a cuchillo
Ralladura de un limón
Una tónica fever tree
Una botella de ginebra Bombay Saphire
Aceite de Oliva Virgen Extra D.O. Bajo Aragón
Una mozzarela de búfala
Un huevo ecológico (opcional)
Perejil
Sal

Arte de caramelizar cebolla
Paciencia y cariño


Buen producto

Aromas sutiles

Combinación perfecta
La apariencia es importante


Elaboración:

En primer lugar nos dispondremos a elaborar la masa. Se trata de un proceso fácil si se respetan las cantidades correctas. Para ello, dispondremos la harina en forma de corona y añadiremos en el centro la sal y la levadura disuelta previamente en agua tibia. Amasaremos añadiendo agua hasta que la masa deje de presentar un aspecto grumoso y quede homogénea la. En ese momento la dejaremos reposar a temperatura ambiente cubierta por un trapo limpio hasta que duplique su tamaño. Tras este paso le toca trabajar al rodillo, pues nos interesa que la masa quede lo más fina posible. Con un molde circular (de 10 a 14 cm de diámetro estaría bien según preferencias. Nosotros las elegimos siempre más bien grandotas) extraeremos a modo de obleas la cantidad de empanadillas que vayamos a usar.

Con la masa esperando llegó la hora de la sartén, en la que calentaremos buena cantidad de aceite de oliva. Elegiremos una grande y ancha, pues nos interesa ir añadiendo los ingredientes en diferentes fases. Comenzaremos con la cebolla, que aunque nosotros cortamos en juliana porque nos gusta encontrarnos la cebolla al morder, lo lógico sería picarla de manera fina. Con fuego suave, destapada y salada para extraer mejor el agua, la cebolla irá oscureciéndose y extrayendo todos sus azúcares. Cuando corra peligro de oscurecerse demasiado introduciremos la carne picada. En ese momento subiremos la temperatura del fuego para que la carne adquiera pronto algo de crujiente. Es entonces la hora de la magia. Verteremos la botella de tónica, un generoso chorro de ginebra y la ralladura de limón. Mantendremos al fuego para que vaya reduciendo líquidos. La tónica perderá su carbono y buena cantidad de agua, además de ir transmitiendo azúcar (en esta marca es de caña, lujazo) y el toque de amargor que buscamos. La ginebra perderá alcohol (vaya pena) y transmitirá esencialmente el aroma. Aroma que será potenciado con el toque de la ralladura. ¿Magia, no?

Cuando haya desaparecido por reducción casi todo el líquido, terminaremos el relleno añadiendo el queso italiano y el perejil para que gane en cuerpo y vistosidad. Una vez integrado el queso, lo dejaremos reposar para atemperarlo antes de rellenar las empanadillas.

Con una cuchara dispondremos el relleno en el centro de cada empanadilla. Doblaremos las empanadillas sobre sí mismas y las sellaremos presionando los bordes con un tenedor. Así dejaremos esas muescas características que tanto nos gustan. Pondremos las empanadillas en una bandeja de horno sobre papel vegetal engrasado con aceite y enharinado. Opcionalmente batiremos el huevo ecológico y con un pincel de cocina pintaremos la superficie de las empanadillas para que se doren de manera más intensa y uniforme. Las introduciremos en el horno precalentado y a 200 grados las mantendremos unos 35 ó 40 minutos dependiendo del horno.

Insustituible

Se impone por derecho

Uno refresca, pero de ahí en adelante...


Nota de maridaje:

Nuestra afición al vino es conocida, pero por esta vez lo vamos a dejar de lado y vamos a caer en la reiteración. Vamos a prepararnos unos gin tónic bien hechos para refrescar el gaznate y rememorar el gustillo de las empanadillas. Para ello ofrecemos unas recomendaciones:

1-                 Generosidad con el hielo. Peces grandes preferibles
2-                 Nada de zumo de limón. Preferible la cáscara rallada porque no le hace perder fuerza carbónica a la tónica.
3-                 Las marcas de tónica y ginebra son las mismas propuestas para la receta. Tónica fever tree y ginebra azul Bombay Saphire
4-                 No abusar de la cantidad de ginebra. Siempre es preferible trajinarse unos cuantos ligeritos que uno demasiado alcoholizado que no nos permita refrescarnos
5-                 Como acompañamiento frutal evitaremos la cutre rajita de limón y la deleznable y novedosa porción de fresa. Preferimos dejarlo sin fruta o a lo sumo añadirle una rodajita de pepino bien tersa que intensifique el amargor del trago.

Justificación de la receta:

(Situación: noche de sábado, tras una pantagruélica cena, un grupo de viejos amigos se reúne para pasar al copercio en un céntrico local zaragozano con cierta reputación coctelera.)

Enfrentamientos viscerales

Firmeza ostentosa


Como personas muy cercanas (a veces demasiado) al mundo académico dentro del campo de la Historia, son demasiadas las veces en las que perdemos el Norte. Nacidos a principios de los setenta, nuestra infancia discurrió con un telón de fondo, el de Acero. Eran años de cawboys en la Casa Blanca, Damas de Hierro en 10 de Downing Street y faraónicos Miterrands en el Eliseo. Nos costó mucho aprender en el mapa la diferencia entre RFA y RDA con medio Berlín rodeado por un muro. Pero el mayor atractivo era la URSS. Las imágenes de aquella Plaza Roja nos cautivaban a toda la generación infantil. Un mundo tan distinto y tan cercano geográficamente. Tras los años de estudio y muchas lecturas entre pecho y espalda sobre aquellos años, nos encontramos el otro día hablando sobre el tema. Que si el oscuro Breznev por aquí, el majete Kruschev por allá, la traición de Stalin a Troski, la fe en la ideología de Lenin y todos los grandes personajes de su historia. Ya, tras unos vodkas en su honor, pasamos a temas de más enjundia, la geopolítica estratégica.  La cuestión era lanzar la teoría más elocuente sobre las causas del derrumbe de su sistema. El alcohol enturbiaba mentes y lenguas, pero por fin alguien rompió la aburrida dinámica.



-Total, ¿Qué más da? Si de esos no se va a acordar nadie- se hizo un silencio sepulcral, y todos pudimos ver cómo una sonrisa se dibujaba en su ya desencajado gesto. -¿Sabéis quién realmente quedará para la posteridad?- La sonrisa se tornó carcajada –La perrita Laika- (http://es.wikipedia.org/wiki/Laika)

Un halo de recuerdos nos rodeó a todo el grupo sin excepción. Aquella perrita irrumpió en la noche y, con sólo su mención, nos apartó de elucubraciones insulsas y estériles, y nos llevó unas décadas atrás, recordando nuestros casi olvidados iconos de niñez. Tirando de archivo mental, los grandes dirigentes soviéticos fueron sustituidos por cuatro seres de verdadera enjundia. ¿Quiénes representaban a la verdadera URSS para quien vivió la época desde los ojos de un chaval? No hubo discusión, la tetrarquía estaba clara, la perrita Laika estaba allí por merecimiento propio, ya que le fue la vida en la aventura, pero no se quedaba atrás el cosmonauta Yuri Gagarin (http://es.wikipedia.org/wiki/Yuri_Gagarin). Aquí tengo yo especial debilidad, porque recuerdo que era mi preferido frente a los americanos, en especial a ese Amgstrong triunfador y mediático. Todos se pedían ser él en nuestros juegos vespertinos, pero yo me hacía el interesante al pedirme a Gagarin. Ni que decir tiene que ellos eran astronautas, pero yo era algo más, nada menos que cosmonauta. El tercer icono en nuestro imaginario se llevó el premio a lo entrañable. La inigualada mascota de los JJOO de Moscú 80, el osito Misha (. Por último, y con el mismo consenso, coronamos a golpe de Eristoff al gigante, Tachenko el grande. Con sus rojas camisetas, bien del CSKA de Moscú, bien de la selección soviética con su CCCP a la espalda, nos impresionaba hasta límites obsesivos.

Ternuuuuuura


Salió, como es lógico, a relucir todo su anecdotario. El tapón de la final en la Copa del Mundo de Colombia de 1983 venciendo a unos estadounidenses liderados por el Oso Pinote; su rivalidad deportiva con el otro gran gigante del momento, el joven lituano Ardidas Sabonis; y por supuesto el monumental golpe en la cabeza con el que nuestro bonachón gigante tumbo al maligno heleno Yannakis (http://www.youtube.com/watch?v=iUMNKUU15V4). Pero ninguna de esas acciones nos pareció tan relevante como un hecho evidente. Feo, desgarbado, lento y sobre todo soviético, lo tenía todo para ser objeto de mofa por parte de la afición española, ya por entonces deslumbrada por la publicitaria NBA. Sin campañas publicitarias, sin sponsor poderoso, el gigante nunca trató de vendernos bebidas carbónicas, zapatillas, ni natillas para la merienda. No nos invitaba a comer en ninguna hamburguesería ni apareció en ninguna película hollywoodiense. Nos encandiló a golpe de humanidad. Le podía el corazón de bonachón. Espíritu deportivo, desmintió a golpe de tapones y encestes el mito del soviético frío y oscuro. Y todavía tantos años después simboliza, para toda una generación de recién democratizados españolitos, valores que sobrepasan el mundo de la geopolítica, y que en ocasiones definen mejor el espíritu de una época que la historia oficial.

Héroes de infancia


La generación de nuestros padres recibió una educación de papel. Las lecturas de libros se sucedían en mayor o menor medida, así como podemos afirmar que la generación de nuestros hijos lo hace desde la pantalla de un ordenador. Se trata de una teoría de un buen amigo calagurritano. No es que nos sean ajenas las bibliotecas ni los discos duros, pero nuestro bagaje cultural no se fundamentó en base a ellos. Se trata la nuestra, de una generación educada a través de las 625 líneas de una televisión. Sentados frente a ella pudimos entender lo que significaba un mundo bipolar. Tuvimos la ocasión de comparar la sobriedad y el origen callejero de Laika frente a los superstar Lazy, Rex o la misma mona Chita; al entorno mediático de los astronautas de la NASA con el toque rancio que lanzó a Gagarin a dar vueltas al planeta; al candor y panolismo de Misha (Vease: De un país lejano llegó una carta para ti, si la mueves suena igual que la felicidad…) (http://www.youtube.com/watch?v=d2j-psauJZk) frente a los simpáticos y acomodados Mickey o Bugs Bunny; y por fin se nos dio a elegir entre el atractivo luminotécnico de las estrellas de la NBA y el valor del esfuerzo representado por los países del Este.

Líderes en valores


Cambiando de tercio, observamos que en el panorama cultural actual es difícil que surja una iniciativa que sorprenda. No queremos decir que no haya calidad, todo lo contrario. Se han pulido las técnicas artísticas. Los medios de los que disponen los creadores son cada vez más asequibles y rápidos. El público está más preparado y es más receptivo. Y las obras resultantes llegan a ser de una calidad incuestionable. Pero pese a lo que acabamos de sentenciar hay una faceta en la que el mundo de la creación no brilla hoy con profusión, y esa es la capacidad de sorprender.

Músicos de calidad abundan como en ninguna otra época en nuestra tierra, pero la sorpresa no parece ser un elemento esencial para ellos. Todo suena a algo ya hecho. Muchas veces supera lo anterior y de resultado muy plausible, pero adolecen de una buena dosis de originalidad. La irrupción en el panorama musical aragonés con proyección nacional de grupos tan distintos entre sí como Más Birras, Tako o Héroes del Silencio no es algo de lo que hoy podamos hacer gala como aragoneses. Pero como en toda sentencia generalizadora hay excepciones. Si los anteriormente citados, además de por su calidad incuestionable, destacaron por crear sonidos nuevos, hay hoy un caso destacable en nuestro panorama. El sonido y las letras de los Tachenko enganchan, sugieren, alegran, emocionan y divierten, pero sobre todo refrescan. Refrescan las ideas cuando nos encontramos sumidos en la rutina, refrescan el ánimo cuando un árbol insignificante no nos deja ver lo bello del bosque, refrescan la esperanza cuando creemos ver un muro al final del callejón y refrescan la memoria de un tiempo en el que la sorpresa podía asaltarte a la vuelta de cualquier esquina.



Somos los mismos que alucinamos con Laika y Gagarin, que nos enganchamos a la candidez de Misha, que aguantábamos la respiración cuando el gigante recibía un balón de espaldas al aro, que descubrimos nuevos horizontes con nuestros vecinos músicos. Somos los mismos que esperamos mucho del futuro. Tachenko es una evidencia de que vale la pena seguir con curiosidad lo que nos puede ofrecer la vida. En este caso una combinación perfecta: un sonido con muchas influencias y a la vez tremendamente original, y unas letras abiertas a la interpretación de cada cual según sea el momento de imaginarlas, crean unas imágenes a modo de postales. Postales que guardamos en el álbum para usarlas como medicinas, como remedios para sobrevivir cuando el monstruo acecha.

Son los nuestros
Va por ellos, a vuestra salud, maestros


Ver la historia y discografía del grupo en http://es.wikipedia.org/wiki/Tachenko

Nuestra canción medicina en http://www.youtube.com/watch?v=b3P0ErlkJlk

¿Qué puedo decir que no se haya dicho ya?
Me juego la vida, ¿y qué?, ya es algo normal.

Hay días que voy hacia el huracán,
lo creas o no he oído tu voz sobre las demás.

Y no hay nada más
que pueda tranquilizarme igual.

¿Qué puedo decir que no se haya dicho ya?
Es todo tan lógico, tan occidental.

Pero yo te quiero a morir, te quiero a rabiar,
hay cosas que ni siquiera se pueden imaginar.

Y no hay nada más
que pueda tranquilizarme...

Hay días que voy hacia el huracán,
lo creas o no he oído tu voz sobre las demás.

Y no hay nada más
que pueda tranquilizarme igual.

Pero yo te quiero a morir, te quiero a rabiar,
hay cosas que ni siquiera se pueden imaginar.

Y no hay nada más
que pueda tranquilizarme igual,
que pueda tranquilizarme igual,
que pueda tranquilizarme igual.

¿Quién no tiene días que va de cabeza
hacia el huracán?
Ellos se lo pierden

8 comentarios:

  1. Ufffffffff menuda borrachera con estas empanadillas. No me gusta el alcohol.

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  2. Me han sacado una sonrisa con la perrita laika, hace años que no oía de ella, tenía una compañera de clase, que se llamaba linka...y siempre le cambiaba el nombre, y se pillaba unos cabreos terribles...pobre chica, era víctima de mis despistes habituales :p!!!

    La receta es una bomba deliciosa de sabores, la música efecto alucinante...es una delicia completa pasarme por aquí. :)

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  3. Uff no se por donde empezar pero creo que ahora lo de menos son las empanadillas. Me gusta leeros, no me pierdo la siguiente.

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  4. Vosotros queréis que pille un cogorzón a base de empanadillas o que???? Imaginemos.... comida familiar de estas que no tienes ganas de ir por lo aburridas que son y de aperitivo... vuestras empanadillas!!! Igual se animaba la fiesta y todo jijijiji.
    Besicos

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  5. ¿Empanadillas con Gin Tonic?... eso hay que probarlo.

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  6. Es la primera vez que veo un plato que hace dos funciones .....se puede salir de marcha con estas empanadillas !!!!!!!!!! jajajaja .... bueno y felicidades por la entrada, es de lujo...

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  7. Jo.. qué curro! acabaréis comiendo las empanadillas, porque este post ya de por sí da hambre..Un besote doble!.

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  8. Comida extraña, filosofía de índole revolucionaria, anécdotas espaciales y música indie en un mismo post. Increíble señores, se merecen (sin duda) un enhorabuena por mi parte.

    PD: A veces olvido lo críptico de mi nick. Para aquel "morro puta" muy dado a los helados romanos, a los cafés de la plaza San Eustaquio y autor de este blog: Soy ese dieciseisañero un poco borde que también se mueve por esto de la blogsfera.

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