Había tomado la decisión de tomar de nuevo las riendas de su vida. Daba por terminada su actitud antisistema pues, hasta el momento, sólo encontró con ella penurias y calamidades. De nada servía dar la espalda al mundo cuando no se estaba dispuesto a renunciar a las comodidades que éste le ofrecía. Así que aquella mañana de domingo olvidó su rutina de holgazanería y se levantó de la cama temprano. Tras arreglarse, como hubiese hecho años atrás, perdiendo tiempo en aquellos detalles casi olvidados, se dirigió a la cocina. Allí Cinteta, que todavía dormitaba, abrió un ojo y esbozó un gesto que Cisco no supo interpretar si era más de extrañeza o de reproche. Decidió no desayunar directamente pues, como su primera labor del día iba a ser la elaboración de una receta, sabía que iría picando ingredientes de aquí y de allá.
Sacó los olvidados productos de limpieza y se esmeró en dejar brillante la encimera y la enorme mesa que ocupaba el centro de la cocina. Fue distribuyendo sobre ésta todos los ingredientes repasando de memoria el orden en el que iban a entrar en acción. En primer lugar decidió atacar la pasta, para que se pudiera secar en unos hilos que ya colgaban, sujetos con chinchetas, entre dos de las paredes cercanas a la ventana. Mezcló la harina, el agua y la sal, y tras meditar un poco decidió añadir una cucharada de aceite y una yema de huevo para alegrar el color de la mezcla. Aplanó con el rodillo la masa hasta que en ninguna zona levantó más de dos milímetros. Afiló el cebollero y se entretuvo haciendo surcos paralelos y perpendiculares a lo largo del gran rectángulo, resultando varias decenas de pequeñas piezas cuadradas que distribuyó a lo largo de los hilos para airearlas.
La siguiente misión le motivaba más. En una olla demasiado grande para esa labor calentó aceite teniendo cuidado de que no llegase a humear y arrojó sobre él una gran cantidad de cebolla en juliana y su dosis de sal para ayudar a que sudara y le invitase a sacar todos sus azúcares. Cuando una dulce capa dorada cubrió las cebollas llegó el momento de verter sobre ellas la espesa nata que las cubrió. Al calentarse la mezcla y tras rallar parte de una nuez moscada sobre ella introdujo la batidora para conseguir una pasta a la que añadió la morcilla deshecha minuciosamente con los dedos. Parece que la ortodoxia mandaba triturar a máquina también las negras rodajas, pero quería lograr una textura granulada que las varillas no hubiesen permitido. El resultado quedó como debía, muy cremoso y de color grisáceo como mármol lapidario. En este punto decidió hacer una alto, pues el olor que comenzaba a inundar la cocina hizo que sus tripas comenzasen a rugir como demonios. Sólo le quedaban unas pobres rebanadas de pan de molde que no se molestó en tostar, además al estar tiernas creyó que empaparían mejor la suave crema con la que las fue recubriendo. Tuvo que frenarse para no tener que lamentarse más tarde de quedarse corto con el relleno. Engulló las dos primeras rebanadas y se entretuvo deleitándose con las dos siguientes.
-Es más placentero comer sin hambre- Pensó- Lo contrario es simple necesidad-
Sin romper apenas el ritmo de trabajo alineó los cuadrados de pasta sobre la mesa algo enharinada y fue adjudicando a cada uno una cucharada de masa de morcilla. Antes de cerrarlas uniendo dos de las esquinas opuestas formando triángulos iguales, vertió unas gotas de salsa picante sobre cada una de las montañitas. Pintó a pincel, con yema de huevo, los cierres de los saquetes antes de pesionarlos con los dientes del tenedor para sellarlos y los apiló en una bandeja de horno formando dos capas. Volvió a la encimera para arrojar en el vaso batidor una sartenada de pimiento verde que acababa de pocharse, dos huevos y una generosa cantidad de aceite de oliva. Apretó las cuchillas de la batidora contra el fondo del recipiente y apretó el interruptor. En un primer momento parecía que los peores augurios se cumplirían, pues parecía que aceite y huevo no ligaban. Pero cuando tenía ya en la mano una buena bola de miga de pan para intentar que hiciera de celestina de los ingredientes, éstos parecieron comprender la amenaza y el panorama comenzó a cambiar en el interior de aquel bote. Un hilillo amarillento fue creciendo, espesando y evolucionando a color verde al integrarse con el pimiento del fondo. Fue añadiendo más aceite a hilillos cortos y rectificando de sal hasta conseguir la untuosidad deseada, que mejoró si cabe tras integrar en la salsa un gran bloque de requesón fresco que logro una textura granulada que ningún otro ingredinte lograría.
Sólo restaba el paso final. Vertió la crema de pimientos napando los triángulos de pasta y coronó el resultado con una montaña de parmesano recién rallado sobre la misma bandeja, que introdujo en el horno caliente al que sólo dejó trabajando la gratinadora superior. Cuatro minutos fueron suficientes para dorar la primera capa. Sin abrir la puerta del horno, dejó al calor residual lo que acertó a denominar sacos de Burgos bajo manto de la huerta gratén, así lo presentaría minutos después en sociedad.
Le resultó imposible llamar al timbre con una gran bandeja de cristal en una mano y una botella helada de rosado navarro en la otra, así que tuvo que dejar ésta en el suelo para poder hacerlo. Estaba claro que las habilidades sociales no eran su fuerte, pero parecía que Andrés se esforzaba cada día más en reforzar su imagen huraña y repulsiva. Recibir a una visita en pantalón de pijama no parecía lo más apropiado, pero era peor si acompañaba un pálido y peludo torso desnudo en el que quedaban tremendamente marcadas cada una de sus costillas y unas greñas que hubiesen caído sobre los hombros de no quedarse enmarañadas en varios nudos que delataban varios días sin peinarse. Cisco no sintió repugnancia pues conocía a aquel tipo muy bien y sabía que tras esa facha se escondía una mente privilegiada y que el mobiliario interior equilibraba todo aquel desorden en el que parecía discurrir su vida.
-Además- Pensó- Si alguien hubiese llamado a mi puerta hace unos días, el panorama no hubiese sido muy distinto-
-Buenos días vecino- Saludó agachándose para recuperar la botella del suelo- Te acordabas de que vendría hoy ¿verdad?
- No, pero el olor que subía por el patio me lo ha recordado. Espero que valga la pena- Farfullo dándose la vuelta y dirigiéndose por el oscuro pasillo a la cocina.
-¿Te puedes esperar a que me tome un café o tienes prisa?- preguntó Andrés a su invitado.
- Por mi lo que quieras, no tengo nada que hacer en todo el día- respondió entrando en la cocina y disimulando la peste a cerrado que estaba estancada en el ambiente.
El cuerpo enclenque del informático parecía que iba a romperse cuando se estiraba hacia los armarios de arriba, buscando los sobres de café soluble que mezclaba con agua del grifo en una taza que, pese a la oscuridad reinante, mostraba sedimentos de varias semanas.
-Pues espero que no me jodas todo el día- dejó caer el personaje- Tengo demasiados asuntos sin acabar y ya debemos estar- meditó unos segundos y preguntó a su vecino ¿A jueves?
No se molestó Cisco en desmentir al joven, qué más le daba el día en el que vivía a un tipo que no salía de su casa casi nunca, ni se le conocía un trabajo normal, con horarios, pagas extra, vacaciones… Sólo sabía de su situación laboral que vivía de encargos que le solicitaban ciertas empresas de programación, que por ahorrar costes externalizaban ciertas actividades a una serie de freelance como Andrés, que garantizaban eficacia y el necesario secreto en algunas demandas comprometedoras.
No llevó más de un par de horas elaborar el currículum de Cisco Cerrada Cabeza y otra más para que el grimoso técnico las introdujese por todas las cibergrietas en las redes más importantes de selección de personal y recursos humanos. Era fácil falsear el currículum, lo difícil sería sostenerlo en un futurible cara a cara. Le inquietaba al actor la imagen de estar frente a un entrevistador hablando sobre su pasado y sus anhelos, ya que toda la despreocupación con que afrontaba su presente se tornaba en pudor al hablar de su historia y sus deseos. El apartado dedicado a experiencia y situación laboral quedó algo cojo, pero fue compensado por el resto mucho más manipulables. Para no mostrar la laguna formativo-laboral de los últimos años decidieron que mejor sería no fechas ninguna de la actividades que se resumen a modo de listado a continuación:
Datos personales:
Nombre: Francisco Javier Cerrada Cabeza
Dirección: Calle Mayor 13, 3º Izda. 50001. Zaragoza
Fecha y lugar de nacimiento: 08/11/1961 Zaragoza
Contacto: 626313555 francholastra@hotmail.com
Profesión: Actor, traductor y escolta personal
Formación:
Académica:
Licenciatura en Derecho. Universidad de Zaragoza
Licenciatura en Geografía e Historia. Universidad de Zaragoza
Doctorado en Historia (Contemporánea). Universidad Autónoma de Barcelona
Licenciatura en Antropología. UNED
Titulado en Lengua Inglesa. Escuela de Idiomas de Zaragoza
Titulado en Lengua francesa. Escuela de Idiomas de Barcelona
Titulado en Lengua alemana. Escuela de Idiomas de Barcelona
Titulo profesional de Piano. Conservatorio del Liceo de Barcelona
Certificado de aptitud de Lengua Árabe. Universidad Católica de Beirut
Otras actividades formativas:
Cinturón negro Dam 3º de Kárate en la Escula de Artes Marciales Ciudad de Zaragoza
Carné de conducir con capacitación completa en todos los niveles A,B y C
Aprovechamiento en los Cursos de Alta Cocina de Cordon Bleue de París que se relacionan a continuación:
Técnicas y herramientas base I
Técnicas y herramientas base II
Técnicas avanzadas de sopas y consomés
Procesado de hojaldres y masas dulces
Repostería avanzada
Pastelería y confitería profesional
Capacitación en socorrismo y Primeros Auxilios. Cruz Roja de España
Licencia de armas en vigor
Vida laboral:
Contratos intermitentes como actor tanto en compañías dramáticas profesionales como en diversas campañas promocionales dentro del ámbito de la publicidad. Referencia: Agencia artística Argos (Zaragoza)
En la actualidad en situación de búsqueda de empleo en el sector indicado.
Otras aptitudes e intereses:
Persona socialmente activa y adaptable
Buena disposición para el trabajo en equipo
Situación familiar estable
Interés por la lectura, música, deporte y todo tipo de actividades al aire libre
Fue este último capítulo el que hizo que, por varias veces, Andrés, estuviese a punto de atragantarse entre carcajadas con los grandes bocados de pasta que introducía en su boca y se empeñaba en apenas masticar. Quien conocía a Cisco sabía de su permanente estado de fobia social, vagancia patológica y total desinterés por cualquier asunto del mundo real que no crease adicción física o dañase gravemente su maltrecho cuerpo. Su única referencia familiar era su perrita Cisca, tan arisca y desarraigada como su amo.
No pasaba ni una línea sin que aquel tipo esquelético parase la tarea y se cobrase su trabajo en forma de rellenos de morcilla. La salsa se escurría por las comisuras de los labios. Peor era cada trago que daba directamente de la botella, pues aprovechaba el cuello de la misma para limpiar la salsa verde que goteaba hasta la barbilla.
- Lo de este es de circo- Pensaba el actor- Tiene hábitos alimenticios de boa-
Y no era falso. El joven podía pasar hasta semanas sin comer y tragarse varias decenas de platos cuando se le presentase la ocasión. Y eso era lo que normalmente le ofrecía, como un sacrificio a su dios, su vecino cada vez que necesitaba de sus servicios.
-Cojonuda, chaval- afirmaba mientras disminuía la altura de la fuente- Esta pasta está de vicio. No me explico como un tipo como tú puede hacer una maravilla así.- Evidentemente hacía demasiado tiempo que no entablaba ninguna relación personal con nadie, pensaba Cisco, que ignoró el comentario y lo tomó como lo que era, un elogio.
-Gracias, me alegro de que te guste, no hay nada que haga más feliz a un cocinero que ver caras como la tuya en estos momentos- contestó el actor.
- Oye, tío- Continuó masticando –Lo que no entiendo es porqué te niegas a que incluya tu demanda de curro en círculos gastronómicos- La salsa de morcilla comenzó a gotear sobre sus pantalones- Eres un hacha de eso, y encima se ve que disfrutas.
Cisco meditó cómo explicar sus razones a un personaje tan especial y lo intentó.
–Mira, vecino, es por algo moral. Vale que esté dispuesto a someterme a un horario. Vale que vaya admitir obedecer a algún gilipollas- El argumento crecía- Vale que vaya a prostituirme por unos cuartos, pero lo haré con todo menos con eso- Le satisfizo el rumbo que tomaba el argumento- Lo único con lo que no estoy dispuesto a comerciar es la cocina. Mi comida no se bastarda. Es la única verdad que tengo. Mi palabra- El tono llegaba al climax- No sé si me entiendes- continuó, ahora deshinchándose- Pero si pierdo mi única pasión, ya nada valdrá la pena.-
El vecino no contestó, pero algo debió de afectarle porque incluso dejó de masticar durante unos instantes. Se advertía que aquel tipo gordo y envejecido le había sorprendido con una dosis de sabiduría.
- Todo el mundo- dijo a modo de conclusión- Por mierda que parezca, guarda una bonita verdad. Aunque como yo, sólo sea una.
Pasaron tres horas delante de la pantalla, dos kilos largos de pasta casera bañada en salsa que hubo que calentar varias veces, la botella de rosado navarro y media de brandy consumida en forma de carajillos de café soluble. El resultado apareció con una excelente maquetación ante ellos. Toda una vida relatada en una página, más falsa que Judas, eso si. Incluso la fotografía, retocada con photoshop, mostraba a un personaje sonriente y amable que rebosaba actividad, bondad y hasta habían logrado algo de inocencia en los rasgos. La estrategia no podía fallar, ahora tocaba esperar. Estaba dispuesto a conceder al mundo lo que se esperaba de él. Un trabajo, de nuevo, sería la puerta de entrada.
Así que Cisco busca curro de aquello para lo que no esta preparado y acumul a una impresionante formación para nada. Buen día el de la huelga general para leer su curriculum
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